martes, 10 de agosto de 2010

Felicidad espontánea

El día amaneció soleado, perfecto como guarnición para su felicidad. Ella estaba contenta; por alguna razón que no comprendía, hoy estaba contenta. Y no lo pensaba desaprovechar.
Se preparó un abundante desayuno: un zumo de frutas, un gran vaso de leche y una tostada untada con mermelada. Salió de su casa, con la sonrisa imborrable en la cara. Ni siquiera el enorme atasco que encontró en la carretera, con los consecuentes bocinazos e insultos del resto de los conductores, pudo borrársela.
Tras un agotador pero perfecto día de compras, volvió a casa. Y al entrar por la puerta, se encontró con una agradable sorpresa: su novio había vuelto antes de lo previsto de su viaje de negocios. Estaba claro que hoy era un día perfecto.

2 comentarios:

  1. ¡Pues que esa felicidad le dure mucho!
    Yo seré tu tercera comentarista, jeje

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  2. Irune: Tanta felicidad no suele durar demasiado... pero hay que disfrutarla cuando llega ;) Tú todavía te llevas medalla de bronce jejeje.

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