El día amaneció soleado, perfecto como guarnición para su felicidad. Ella estaba contenta; por alguna razón que no comprendía, hoy estaba contenta. Y no lo pensaba desaprovechar.
Se preparó un abundante desayuno: un zumo de frutas, un gran vaso de leche y una tostada untada con mermelada. Salió de su casa, con la sonrisa imborrable en la cara. Ni siquiera el enorme atasco que encontró en la carretera, con los consecuentes bocinazos e insultos del resto de los conductores, pudo borrársela.
Tras un agotador pero perfecto día de compras, volvió a casa. Y al entrar por la puerta, se encontró con una agradable sorpresa: su novio había vuelto antes de lo previsto de su viaje de negocios. Estaba claro que hoy era un día perfecto.
¡Pues que esa felicidad le dure mucho!
ResponderEliminarYo seré tu tercera comentarista, jeje
Irune: Tanta felicidad no suele durar demasiado... pero hay que disfrutarla cuando llega ;) Tú todavía te llevas medalla de bronce jejeje.
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